
Quiso retenerlas cerrando de un golpe brusco las puertas acristaladas pero ellas, las esperanzas, etéreas como el aire (que ya casi ni llega a sus pulmones), fueron más rápidas y corrieron en tropel hacia el lugar donde habitan todas las esperanzas perdidas.
Con un enorme sentimiento de vacío las vio desdibujarse en el horizonte plomizo del atardecer.
Ahora su lugar lo han ocupado la impotencia y también ¿por qué no? el miedo ante un futuro incierto que no quiere llegar a descubrir.
Ahora, ella también quiere escaparse.
Imagen: "Vista desde la Ventana de la Marienstrasse" - Adolph von Menzel - 1864
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