Saltando desde el alféizar de la ventana se van arrojando al vacío en donde se pierden engullidas por el aire. Son las ansías contenidas de que el camino muestre un final limpio de esa nebulosa opaca que parece empañarlo.
A cada salto va mermando el alma, haciéndose cada vez más pequeña. Quiere ser ínfima, esconderse en el último rincón de esta dimensión para no ver, no sentir, no pensar.
Y así, aún aletargada entre el miedo y la sinrazón, se duele en la espera.
No, dos veces no.
*Imagen: "Cabeza de mujer llorando con pañuelo" Óleo 1937 - Pablo Picasso
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