Apenas si durmió un par de escasas horas y más que dormir las pasó descabezando malamente ese mal sueño que recién se había asentado en su realidad. Y las pasó escondiéndose entre las mantas y tapándose de la oscuridad que sentía cada vez más cerca.
Velando. Como los caballeros medievales cuando velaban sus armas.
Velaba la vida de su vida.
Mucho antes de que amaneciera, cuando aún no habían cantado los gallos de la madrugada, comenzó la tarea de vestirse: Yelmo, Peto, Escarcelas, Guardabrazos, Guanteletes, Rodilleras, Peto… imaginarias piezas con las que cubrió su asustado espíritu con toda la intensión de ganar.
Con los albores del amanecer se adentró en el día para enfrentarse a la batalla más dura de su vida.
Imagen: “Tres estudios de un caballero con armadura” – Vittore Carpaccio
Vuelan bajo, y con el aire que desprenden sus alas, construyen Castillos de Sueños.
Lo primero que apareció fue algo blanco. Un blanco cegador. Sí, era blanco.
(Markus Zusak - "La Ladrona de Libros"
miércoles, 26 de febrero de 2014
martes, 25 de febrero de 2014
Sinrazón
Saltando desde el alféizar de la ventana se van arrojando al vacío en donde se pierden engullidas por el aire. Son las ansías contenidas de que el camino muestre un final limpio de esa nebulosa opaca que parece empañarlo.
A cada salto va mermando el alma, haciéndose cada vez más pequeña. Quiere ser ínfima, esconderse en el último rincón de esta dimensión para no ver, no sentir, no pensar.
Y así, aún aletargada entre el miedo y la sinrazón, se duele en la espera.
No, dos veces no.
*Imagen: "Cabeza de mujer llorando con pañuelo" Óleo 1937 - Pablo Picasso
A cada salto va mermando el alma, haciéndose cada vez más pequeña. Quiere ser ínfima, esconderse en el último rincón de esta dimensión para no ver, no sentir, no pensar.
Y así, aún aletargada entre el miedo y la sinrazón, se duele en la espera.
No, dos veces no.
*Imagen: "Cabeza de mujer llorando con pañuelo" Óleo 1937 - Pablo Picasso
jueves, 20 de febrero de 2014
Angustia
Hoy, de repente, me ha asaltado una insufrible angustia cargada de miedo. Todo mi cuerpo reverbera a instancias de un pánico incontrolado de origen incierto. Miedo escondido en mi yo más oculto; el otro, el yo presente y racional intenta buscar en los recovecos de mi ser buscando su origen. Miedo a la enfermedad ante una hipotética certeza de que existe. Miedo a la muerte.
Esa misma parte racional intenta dar una y mil justificaciones a lo intuido, razones que la misma razón no entiende y rechaza como retazos carentes de invalidez.
Navego en un mar de dudas y en un caos de incertidumbre que me hacen impotente dentro de un remolino de sensaciones que me opacan la mente.
Me siento indefensa ante la ola de angustia que me atenaza la garganta, pálpito voraz de cada parte de mi cuerpo en la que intuyo el mal. La irrealidad me hace su presa, me arrastra y yo siento que mi cuerpo se desvincula de mi espíritu, desdoblamiento de mí, que tal vez quiera escapar de toda la maraña de situaciones dispares que me envuelven.
Hoy, de repente, me asaltó la angustia.
Imagen: Pintura sobre madera "Viento del Mar" - Andrew Wyeth
Imagen: Pintura sobre madera "Viento del Mar" - Andrew Wyeth
martes, 18 de febrero de 2014
Vida
Recién regreso a casa después de una nueva visita al Veterinario. Mi gata sobrevivió al veneno, a la paliza y al malogrado parto como consecuencia de todo lo anterior. Pero las Veterinarias no la tenían todas consigo, estaban convencidas que le había quedado dentro un feto que no había logrado expulsar.
Le inyectaron oxitocina para provocarle otro parto pero no resultó. Mi gata no respondió.
Le dieron dos días para que lo expulsara por sí misma y en caso contrario tendrían que intervenirla.
El plazo cumplió hoy y no había señales de alumbramiento, así que tal como me indicaron la llevé hace apenas un par de horas. La palparon y tocaron una masa (el feto muerto). Me pusieron al corriente de que cuando en casos así el feto no es expulsado tiende a momificarse y quedarse dentro con el consecuente riesgo de infección, incluso septicemia para la madre. Había que intervenir.
Antes de ello, para asegurarse de que no se tratara de un tumor procedieron a hacerle una ecografía. Yo la sujetaba mientras procedían con el ecógrafo. Ella se dejaba hacer. Hasta se la notaba relajada.
- Aquí está, me dijeron, es un feto…
- Ay Dios mío! - se me escapó la angustia…- (yo confiaba en que estuvieran equivocadas pero la afirmación que hicieron cayó en mí como una pesada losa; intentaba por todos los medios escaparme de esa operación y el consecuente postoperatorio de un animal, sobre todo de un gato. Tengo experiencia suficiente para saber lo que se sufre y lo que se pasa.
- Es un feto…. - prosiguió una de ellas - … con latido cardíaco!
- ¡¡¡¿Vivo?!!!
- Sí, muy vivo.
Me lo tuvieron que repetir dos veces.
Lo mismo que a una niña pequeña cuando le regalan la muñeca de sus sueños, comenzaron a caer mis lágrimas. Yo veía a través de la pantalla como ese pequeño ser se movía a sus anchas, daba volteretas en el líquido amniótico y su pequeño corazoncito latía frenético. Y no era por haber evitado la operación por lo que se empañaron mis ojos, sino porque estaba siento testigo de la Maravilla de la Naturaleza.
Cuando salí de la consulta había llovido levemente y volví a casa con los cristales del coche salpicados de lluvia y una gran sensación de paz en mi corazón.
Imagen: “Gato con Paisaje” - Pintura Óleo - Ana Muñoz
Le inyectaron oxitocina para provocarle otro parto pero no resultó. Mi gata no respondió.
Le dieron dos días para que lo expulsara por sí misma y en caso contrario tendrían que intervenirla.
El plazo cumplió hoy y no había señales de alumbramiento, así que tal como me indicaron la llevé hace apenas un par de horas. La palparon y tocaron una masa (el feto muerto). Me pusieron al corriente de que cuando en casos así el feto no es expulsado tiende a momificarse y quedarse dentro con el consecuente riesgo de infección, incluso septicemia para la madre. Había que intervenir.
Antes de ello, para asegurarse de que no se tratara de un tumor procedieron a hacerle una ecografía. Yo la sujetaba mientras procedían con el ecógrafo. Ella se dejaba hacer. Hasta se la notaba relajada.
- Aquí está, me dijeron, es un feto…
- Ay Dios mío! - se me escapó la angustia…- (yo confiaba en que estuvieran equivocadas pero la afirmación que hicieron cayó en mí como una pesada losa; intentaba por todos los medios escaparme de esa operación y el consecuente postoperatorio de un animal, sobre todo de un gato. Tengo experiencia suficiente para saber lo que se sufre y lo que se pasa.
- Es un feto…. - prosiguió una de ellas - … con latido cardíaco!
- ¡¡¡¿Vivo?!!!
- Sí, muy vivo.
Me lo tuvieron que repetir dos veces.
Lo mismo que a una niña pequeña cuando le regalan la muñeca de sus sueños, comenzaron a caer mis lágrimas. Yo veía a través de la pantalla como ese pequeño ser se movía a sus anchas, daba volteretas en el líquido amniótico y su pequeño corazoncito latía frenético. Y no era por haber evitado la operación por lo que se empañaron mis ojos, sino porque estaba siento testigo de la Maravilla de la Naturaleza.
Cuando salí de la consulta había llovido levemente y volví a casa con los cristales del coche salpicados de lluvia y una gran sensación de paz en mi corazón.
Imagen: “Gato con Paisaje” - Pintura Óleo - Ana Muñoz
lunes, 10 de febrero de 2014
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